
En Valencia, nuevamente, hemos perdido por culpa del árbitro, por su facilidad a la hora de sacar tarjetas por nada y por medir claramente a los dos equipos con un rasero muy diferente. Bernardino González Vázquez, siempre nos roba con total frialdad (¿cuántas veces este ladrón nos ha dejado en inferioridad numérica, cuántas nos ha dejado con nueve?)
Este nefasto energumeno ha sido capaz de sacar tres tarjetas a jugadores del Sevilla en una misma jugada (Renato estaba siendo atendido por una brecha que Albelda le había hecho de un codazo). Para Albelda, ni tarjeta.
Era difícil pensar cuando comenzó el choque que el Sevilla se iba a ir de vacío de Mestalla. Los nervionenses salieron con todo, apabullaron al Valencia y se pusieron por delante en sólo diez minutos. Con la situación controlada Kanouté y Perotti incluso pudieron poner tierra de por medio pero la expulsión de Adriano le da la vuelta al partido.
En la siguiente jugada Escudé cometió penalti (en el que no veo contacto alguno) sobre Mata y Villa hizo el empate. A menos de diez para el final, después de un segundo periodo bastante serio, otro penalti, esta vez por mano de Fernando Navarro (en una descarada falta de Silva en el salto).
¿¿Errores propios?? Si claro, pero ya con 10 y con Bernardino para ellos.
Siento tanta impotencia que de todo se me quitan las ganas. No es de recibo que en esto del fútbol, donde metemos tantos sentimientos, aparezcan rateros con un silbato y nos roben tantos sueños, tantas ilusiones.
Ahora nos toca pensar en el partido del miércoles, al que, como muchos amigos me hacen mención, solo viajaría con los suplentes y filiales pero este club es tan grande que irá con todo a ganar.
No será fácil, viajamos con bajas importantes y nos enfrentamos al actual líder, pero hemos superado cosas peores y además, por mucho que nos cuenten, 17 equipos de primera se cambiarían por estar donde ahora estamos nosotros.